pensamientos aleatorios sobre la vida
"No necesito silencio. Yo no tengo en que pensar."
Ausencia. Que dura palabra. Me estremece como me estremece el vacio, la nada... el olvido. Que dura palabra es ausencia. Que duro es conocerla. Que duro es vivirla. Que duro es soportarla, porque hay que soportar tambien el dolor que trae consigo, como su sombra que la acompaña. La ausencia duele, porque cambia el tiempo. Duele porque es un tiempo pasado que esta presente; un tiempo que carece de espacio. Es una herida sin cuerpo, ye estas son las que mas duelen, porque se acomodan en todas y en ninguna parte. Pero el tiempo pasa y el dolor tambien se desvance. Y entonces la herida sana, y es como la pared que se resigna a quedarse sin su cuadro. Y es entonces cuando se vuelve mejor hablar de las ausencias que ausentarse de la realidad. Sin pena. Sin culpa. Sin lamentos. Y hay que hablar para poder dejar ir. Quemar las naves, como haria Cortez, para no tener forma de regresar. Luchar de frente. Vencer o morir.
Ahora con los años que cargo entiendo que el tiempo es sabiduria; sabiduria que te hace darte cuenta de que lo que sabes es poco y lo que tienes por aprender es mucho. Y como minimo, esto es muy alentador. Aprender es vivir. Tambien vivir es aprender. Yo no se si estamos aqui para aprender, pero si se que aprender es una forma de vida, y que es la que mejor se me acomoda. Y los que vivimos para aprender o aprendemos para vivir sabemos que el aprendizaje deja huellas. Las lecciones, los tragos dulces o amargos, te marcan, sobre todo los amargos. Esos te queman la garganta y te desgarran las entrañas. Pero en ese desgarre, en ese momento que sabe a amargura, uno aprende algo de si mismo. Aprendes que eres fuerte, y que ser fuerte es lo unico que tienes. No hay otra opcion que sobrevivir. Y entonces los tragos amargos se vuelven tragos de victoria.
Estar y ser. Existir y vivir. Yo no pedi estar aqui, pero aqui estoy. Asi tampoco he pedidio el dolor, pero este se aparece sin avisar. Esta incognita es parte de la gracia de vivir. Y asi la vida se revela inoportuna y aleatoria, incierta siempre. En el momento en que sabemos los cuandos, empezamos a morir un poco. No queda, entones, mas que aceptar que uno no tiene siempre el control, y esto, tambien es aprender a vivir. Se requiere serenidad para aceptar las cosas que uno no puede cambiar, y se requiere sabiduria para distinguir las cosas que se pueden cambiar. Y si no cambia uno, por lo menos hay que estar en movimiento. Jugar con el tiempo; hacerlo tu amigo, no tu enemigo. En palabras de Comte-Sponville: "el tiempo es esta apertura al porvenir, o no es nada". Tenemos el presente, y nada mas. El porvenir es la esperanza, pero aun asi, nadie se escapa de la fragilidad de vivir, y nadie puede pasar por alto la propiedad efimera de todo. "Todo contento de los mortales es mortal", decia Montaigne. La vida pues, nos expone permanentemente a la soledad, al dolor, a la perdida, a la derrota, al duelo, a la ausencia. Nos quita y nos da. Todo muere y todo renace, excepto la vida misma. En esta espiral del tiempo en la que todo se cicla, el amor viene y se va. La soledad tambien. Tambien el dolor, la tristeza, la felicidad, la alegria... Oscilamos pues entre los dos polos. ¿Que queda entonces? - mientras siga latiendo el corazon, queda la vida y queda seguir aprendiendo a vivir. El provenir nadie lo sabe, nadie lo conoce. Nada nos salva de la angustia (!y que nada nos salve de ella!), porque la angustia acompaña siempre nuestros sueños. Aprender a vivir es aceptar la vida, y yo sigo aprendiendo. Sigo escribiendo mi propia historia.